Job 28:1 – 31:40 (Sagradas Escrituras – 1569)

1 Ciertamente la plata tiene su oculto nacimiento, y el oro lugar de donde lo sacan. 2 El hierro es tomado del polvo, y de la piedra es fundido el metal. 3 A las tinieblas puso término; y a toda obra perfecta que él hizo, puso piedra de oscuridad y de sombra de muerte. 4 Sale el río junto al morador, y las aguas sin pie, más altas que el hombre, se fueron. 5 Tierra de la cual nace el pan, y debajo de ella estará como convertida en fuego. 6 Lugar que sus piedras serán zafiro, y tendrá polvos de oro. 7 Senda que nunca la conoció ave, ni ojo de buitre la vio; 8 nunca la pisaron animales fieros, ni león pasó por ella. 9 En el pedernal puso su mano, y trastornó los montes de raíz. 10 De los peñascos cortó ríos, y sus ojos vieron todo lo preciado. 11 Detuvo los ríos en su nacimiento, e hizo salir a luz lo escondido. 12 Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la prudencia? 13 El hombre nunca supo su valor, ni se halla en la tierra de los vivientes. 14 El abismo dice: No está en mí; y el mar dijo: Ni conmigo. 15 No se dará por oro, ni su precio será a peso de plata. 16 No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro. 17 El oro no se le igualará, ni el diamante; ni se cambiará por vaso de oro fino. 18 De coral ni de perlas no se hará mención; la sabiduría es mejor que las piedras preciosas. 19 No se igualará con ella esmeralda de Etiopía; no se podrá apreciar con oro fino. 20 ¿De dónde pues vendrá la sabiduría? ¿Y dónde esta el lugar de la inteligencia? 21 Porque encubierta está a los ojos de todo viviente, y a toda ave del cielo es oculta. 22 El infierno y la muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos. 23 Dios entiende el camino de ella, y él solo conoce su lugar. 24 Porque él mira hasta los fines de la tierra, y ve debajo de todo el cielo. 25 Haciendo peso al viento, y poniendo las aguas por medida; 26 cuando él hizo ley a la lluvia, y camino al relámpago de los truenos. 27 Entonces la vio él, y la tasó; la preparó y también la inquirió. 28 Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal la inteligencia.

1 Y volvió Job a tomar su propósito, y dijo: 2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días cuando Dios me guardaba, 3 cuando hacía resplandecer su candela sobre mi cabeza, a la luz de la cual yo caminaba en la oscuridad; 4 como fue en los días de mi juventud, cuando Dios era familiar en mi tienda; 5 cuando aún el Omnipotente estaba conmigo, y mis hijos alrededor de mí; 6 cuando lavaba yo mis caminos con manteca, y la piedra me derramaba ríos de aceite! 7 Cuando salía a la puerta a juicio, y en la plaza hacía aparejar mi silla,
8 Los jóvenes me veían, y se escondían; y los viejos se levantaban, y estaban en pie. 9 Los príncipes detenían sus palabras; ponían la mano sobre su boca; 10 la voz de los principales se ocultaba, y su lengua se pegaba a su paladar; 11 cuando los oídos que me oían, me llamaban bienaventurado, y los ojos que me veían, me daban testimonio. 12 Porque libraba al pobre que gritaba, y al huérfano que carecía de ayudador. 13 La bendición del que se iba a perder venía sobre mí; y al corazón de la viuda daba alegría. 14 Me vestía de justicia, y ella me cubría como un manto; y mi diadema era juicio. 15 Yo era ojos al ciego, y pies al cojo. 16 A los menesterosos era padre; y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia. 17 Y quebraba los colmillos del inicuo, y de sus dientes hacía soltar la presa. 18 Y decía yo: En mi nido moriré, y como arena multiplicaré días. 19 Mi raíz está abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecerá rocío. 20 Mi honra se renueva conmigo, y mi arco se renueva en mi mano. 21 Me oían, y esperaban; y callaban a mi consejo. 22 Tras mi palabra no replicaban, mas mi razón destilaba sobre ellos. 23 Me esperaban como a la lluvia, y abrían su boca como a la lluvia tardía. 24 Si me reía a ellos, no lo creían; y no abatían la luz de mi rostro. 25 Aprobaba el camino de ellos, y me sentaba en cabecera; y moraba como rey en el ejército, como el que consuela llorosos.

1 Mas ahora los más mozos de días que yo, se ríen de mí; cuyos padres yo desdeñara ponerlos con los perros de mi ganado. 2 Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos, en los cuales pereció el tiempo? 3 Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; huían a la soledad, al lugar tenebroso, asolado y desierto.
4 Que cogían malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para calentarse. 5 Eran echados de entre los hombres, y todos les daban gritos como al ladrón. 6 Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las piedras. 7 Bramaban entre las matas, y se congregaban debajo de las espinas. 8 Hijos de viles, y hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra. 9 Y ahora yo soy su canción, y soy hecho a ellos refrán. 10 Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva. 11 Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro. 12 A la mano derecha se levantaron los jóvenes; empujaron mis pies, y pisaron sobre mí las sendas de su contrición. 13 Mi senda derribaron, se aprovecharon de mi quebrantamiento, contra los cuales no hubo ayudador. 14 Vinieron como por portillo ancho, se revolvieron por mi calamidad. 15 Se han revuelto turbaciones sobre mí; combatieron como viento mi voluntad, y mi salud como nube que pasa. 16 Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se apoderan de mí. 17 De noche taladra sobre mí mis huesos, y mis pulsos no reposan. 18 Con la grandeza de la fuerza del dolor mi vestidura es mudada; me ciñe como el cuello de mi ropa. 19 Me derribó en el lodo, y soy semejante al polvo, y a la ceniza. 20 Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes. 21 Te has vuelto cruel para mí; con la fortaleza de tu mano me eres adversario. 22 Me levantaste, y me hiciste cabalgar sobre el viento, y derretiste en mí el ser. 23 Porque yo conozco que me conduces a la muerte; y a la casa determinada a todo viviente. 24 Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro; ¿clamarán por ventura los sepultados cuando él los quebrantare? 25 ¿Por ventura no lloré yo al afligido? Y mi alma ¿no se entristeció sobre el menesteroso? 26 Cuando esperaba el bien, entonces me vino el mal; y cuando esperaba la luz, vino la oscuridad. 27 Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrecogido. 28 Denegrido anduve, y no por el sol; me he levantado en la congregación, y clamé. 29 He venido a ser hermano de los dragones, y compañero de los búhos. 30 Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se secaron con ardentía. 31 Y se ha tornado mi arpa en luto, y mi órgano en voz de lamentadores.

1 Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? 2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente de las alturas? 3 ¿Por ventura no hay quebrantamiento para el impío, y extrañamiento para los que obran iniquidad? 4 ¿Por ventura no ve él mis caminos, y cuenta todos mis pasos? 5 Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño,
6 péseme Dios en balanzas de justicia, y conocerá mi perfección. 7 Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo se apegó a mis manos, 8 siembre yo, y otro coma, y mis verduras sean arrancadas. 9 Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo, 10 muela para otro mi mujer, y sobre ella otros se encorven. 11 Porque es maldad e iniquidad, comprobada. 12 Porque es fuego que devoraría hasta el sepulcro, y desarraigaría toda mi hacienda. 13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos pleitearan conmigo, 14 ¿qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él visitara, ¿qué le respondería yo? 15 ¿Por ventura el que en el vientre me hizo a mí, no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso un mismo autor en la matriz? 16 Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda; 17 y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano; 18 (porque desde mi juventud creció conmigo el huérfano como con padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda); 19 si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al menesteroso sin cobertura; 20 si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron; 21 si alcé contra el huérfano mi mano, aunque viese que me ayudarían en la puerta; 22 mi espalda se caiga de mi hombro, y mi brazo sea quebrado de mi canilla. 23 Porque temí el castigo de Dios, contra cuya alteza yo no tendría poder. 24 Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú; 25 si me alegré de que mi hacienda se multiplicase, y de que mi mano hallase mucho; 26 si he mirado al sol cuando resplandecía, y a la luna cuando iba hermosa, 27 y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano, 28 esto también fuera maldad comprobada; porque habría negado al Dios soberano. 29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal; 30 que ni aun entregué al pecado mi paladar, pidiendo maldición para su alma; 31 cuando mis domésticos decían: ¡Quién nos diese de su carne! Nunca nos hartaríamos. 32 El extranjero no tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante. 33 Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones, escondiendo en mi seno mi iniquidad; 34 si temí a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta, 35 ¡quién me diera quien me oyese! He aquí mi señal es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me hiciera el proceso. 36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ataría en lugar de coronas. 37 Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me llegaría a él. 38 Si mi tierra clamara contra mí, y llorarán todos sus surcos; 39 si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños; 40 en lugar de trigo me nazcan espinos, y abrojos en lugar de cebada. Se acaban las palabras de Job.

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