Job 32:1 – 35:1 (Sagradas Escrituras – 1569)

1 Y cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo en sus ojos. 2 Entonces Eliú hijo de Baraquel, buzita, de la familia de Ram, se enojó con furor contra Job; se enojó con furor, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios. 3 Se enojó asimismo con furor contra sus tres amigos, por cuanto no hallaban qué responder, habiendo condenado a Job. 4 Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque todos eran más viejos de días que él. 5 Pero

Año Bíblico

viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, su furor se encendió. 6 Y respondió Eliú hijo de Baraquel, buzita, y dijo: Yo soy menor de días y vosotros viejos; por tanto he tenido miedo, y he temido de declararos mi opinión. 7 Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría. 8 Ciertamente espíritu hay en el hombre, e inspiración del Omnipotente los hace que entiendan. 9 No los grandes son los sabios, ni los viejos entienden el derecho. 10 Por tanto yo dije: Escuchadme; declararé yo también mi sabiduría. 11 He aquí yo he esperado a vuestras razones, he escuchado vuestros argumentos, entre tanto que buscábais palabras. 12 Y aun os he considerado, y he aquí que no hay de vosotros quién redarguya a Job, y responda a sus razones. 13 Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría; que conviene que Dios lo derribe, y no el hombre. 14 Ahora bien, Job no dirigió a mí sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones. 15 Se espantaron, no respondieron más; se les fueron las hablas. 16 Y yo esperé, porque no hablaban, antes pararon, y no respondieron más. 17 Por eso yo también responderé mi parte, también yo declararé mi opinión. 18 Porque lleno estoy de palabras, y el espíritu de mi corazón me constriñe. 19 De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero, y se rompe como odres nuevos. 20 Hablaré pues y respiraré; abriré mis labios, y responderé. 21 No haré ahora acepción de personas, ni usaré con hombre de títulos lisonjeros. 22 Porque no sé hablar lisonjas; de otra manera en breve mi Hacedor me consuma.

Job 33:1 Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras. 2 He aquí yo abriré ahora mi boca, y mi lengua hablará en mi garganta. 3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y mis labios proferirán pura sabiduría. 4 El espíritu de Dios me hizo, y la inspiración del Omnipotente me dio vida. 5 Si pudieres, respóndeme; dispón tus palabras, estás delante de mí. 6 Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho: De lodo soy yo también formado. 7 He aquí que mi terror no te espantará, ni mi mano se agravará sobre ti. 8 De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían: 9 Yo soy limpio y sin rebelión; y soy inocente, y no hay maldad en mí. 10 He aquí que Dios buscó achaques contra mí, y me tiene por su enemigo; 11 puso mis pies en el cepo, y guardó todas mis sendas. 12 He aquí en esto no has hablado justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el hombre. 13 ¿Por qué tomaste pleito contra él? Porque él no dirá todas sus palabras. 14 Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios al que no ve. 15 Por sueño de visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho; 16 entonces revela al oído de los hombres, y les señala su castigo; 17 para quitar al hombre de la mala obra, y apartar del varón la soberbia. 18 Así detendrá su alma de corrupción, y su vida de ser pasada a cuchillo. 19 También sobre su cama es castigado con dolor fuerte en todos sus huesos, 20 que le hace que su vida aborrezca el pan, y su alma la comida suave. 21 Su carne desfallece sin verse, y sus huesos, que antes no se veían, aparecen. 22 Y su alma se acercará al sepulcro, y su vida a los enterradores. 23 Si tuviera cerca de él algún elocuente anunciador muy escogido, que anuncie al hombre su justicia; 24 que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención; 25 se enternecerá su carne más que de niño, y volverá a los días de su juventud. 26 Orará a Dios, y le amará, y verá su faz con júbilo; y él dará al hombre el pago de su justicia. 27 El mira sobre los hombres; y el que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado; 28 Dios redimirá su alma, que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz. 29 He aquí, todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre; 30 para apartar su alma del sepulcro, y para ilustrarlo con la luz de los vivientes. 31 Escucha, Job, y óyeme; calla, y yo hablaré. 32 Y si tuvieres palabras, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar. 33 Y si no, óyeme tú a mí; calla, y te enseñaré sabiduría.

Job 34:1 Además respondió Eliú, y dijo:
2 Oíd, sabios, mis palabras; y vosotros, doctos, estadme atentos. 3 Porque el oído prueba las palabras, como el paladar gusta para comer. 4 Escojamos para nosotros el juicio, conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno; 5 porque Job ha dicho: Yo soy justo, y Dios me ha quitado mi derecho. 6 En mi juicio fue mentiroso, mi saeta es gravosa sin haber yo prevaricado. 7 ¿Qué hombre hay como Job, que bebe el escarnio como agua? 8 Y va en compañía con los que obran iniquidad, y anda con los hombres maliciosos. 9 Porque dijo: De nada servirá al hombre el conformar su voluntad con Dios. 10 Por tanto, varones de entendimiento, oídme: Lejos esté de Dios la impiedad, y del Omnipotente la iniquidad. 11 Porque él pagará al hombre según su obra, y él le hará hallar conforme a su camino. 12 Sí, por cierto, Dios no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el derecho. 13 ¿Quién visitó por él la tierra? ¿Y quién puso en orden todo el mundo? 14 Si él pusiese sobre el hombre su corazón, y recogiese así su espíritu y su aliento, 15 toda carne perecería juntamente, y el hombre se tornaría en polvo. 16 Si pues hay en ti entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras. 17 ¿Por ventura se enseñoreará el que aborrece el juicio? ¿Y condenarás tú al poderoso siendo justo? 18 ¿Por ventura se ha de decir al rey: Perverso; y a los príncipes: Impíos? 19 Cuánto menos a aquél que no hace acepción de personas de príncipes, ni el rico es de él más respetado que el pobre; porque todos son obras de sus manos. 20 En un momento mueren, y a media noche se alborotarán los pueblos, y pasarán, y sin mano será quitado el poderoso. 21 Porque sus ojos están puestos sobre los caminos del hombre, y ve todos sus pasos. 22 No hay tinieblas, ni sombra de muerte donde se encubran los que obran maldad. 23 No carga pues él al hombre más de lo justo, para que vaya con Dios a juicio. 24 El quebrantará a los fuertes sin pesquisa, y hará estar a otros en su lugar. 25 Por tanto él hará notorias las obras de ellos, cuando trastornará en noche, y serán quebrantados. 26 Como a malos los herirá en lugar donde sean vistos; 27 por cuanto así se apartaron de él, y no consideraron todos sus caminos; 28 haciendo venir delante de sí el clamor del pobre, y oyendo el clamor de los necesitados. 29 Y si él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre; 30 haciendo que reine el hombre hipócrita para escándalos del pueblo. 31 Porque de Dios es decir: Yo perdoné, no destruiré. 32 Enséñame tú lo que yo no veo; que si hice mal, no lo haré más. 33 ¿Por ventura acabará por ti su obra, que no quieras tú, o quieras, o yo? Di lo que sabes. 34 Los hombres de entendimiento dirán conmigo, y el hombre sabio me oirá: 35 Que Job no habla con sabiduría, y sus palabras no son con entendimiento. 36 Deseo yo que Job sea probado ampliamente, para que haya respuestas contra los hombres inicuos. 37 Porque a su pecado añadió impiedad; bate las manos entre nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras.

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