En esta época, precisamente antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del cielo, debe hacerse una obra como la de Juan [el Bautista]. Dios necesita a hombres que preparen a un pueblo que se mantenga firme en el gran día del Señor […]. A fin de dar un mensaje como el que dio Juan, debemos tener una experiencia espiritual como la suya. La misma obra debe efectuarse en nosotros. Debemos contemplar a Dios y, al contemplarlo, perderemos de vista el yo.—Testimonies for the Church 8:332-333 (1904).

La comunión con Dios ennoblecerá el carácter y la vida. Los hombres verán que hemos estado con Jesús como lo notaron en los primeros discípulos. Esto comunicará al obrero un poder que ninguna otra cosa puede dar. No debe permitir que cosa alguna le prive de este poder. Hemos de vivir una vida doble: una vida de [58] pensamiento y de acción, de silenciosa oración y fervoroso trabajo.— El Ministerio de Curación, 409-410 (1905).

Oración y esfuerzo, esfuerzo y oración, serán la tarea de vuestra vida. Debéis orar como si la eficiencia y la alabanza se debieran completamente a Dios, y trabajar como si el deber fuera todo vuestro.—Testimonies for the Church 4:538 (1881).

Nadie que no ore puede estar seguro un solo día o una sola hora.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 585 (1911).

El que no hace nada más que orar, pronto dejará de hacerlo.—El Camino a Cristo, 101 (1892).

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