Job 11-14
Job, CAPÍTULO 11
1 Y respondió Zofar naamatita, y dijo:
2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre parlero será justificado?
3 ¿Tus mentiras harán callar a los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?
4 Tú dices: Mi manera de vivir es pura, y yo soy limpio delante de tus ojos.
5 Mas ¡oh, quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo,
6 y que te declarara los secretos de la sabiduría! Porque mereces dos tantos según la ley; y sabe que Dios te ha olvidado por tu iniquidad.
7 ¿Alcanzaras tú el rastro de Dios? ¿Llegaras tú a la perfección del Todopoderoso?
8 Es más alto que los cielos; ¿qué harás? Es más profundo que el infierno; ¿cómo lo conocerás?
9 Su dimensión es más larga que la tierra, y más ancha que el mar.
10 Si cortare, o encerrare, o juntare, ¿quién le responderá?
11 Porque él conoce a los hombres vanos; y ve la iniquidad, ¿y no entenderá?
12 El hombre vano se hará entendido, aunque nazca como el pollino del asno montés.
13 Si tú preparares tu corazón, y extendieres a él tus manos;
14 si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;
15 entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte y no temerás;
16 y olvidarás tu trabajo, y te acordarás de él como de aguas que pasaron;
17 y en mitad de la siesta se levantará bonanza; resplandecerás, y serás como la misma mañana;
18 y confiarás, que habrá esperanza; y cavarás, y dormirás seguro;
19 y te acostarás, y no habrá quien te espante; y muchos te rogarán.
20 Mas los ojos de los malos se consumirán, y no tendrán refugio; y su esperanza será agonía del alma.
Job, CAPÍTULO 12
1 Y respondió Job, y dijo:
2 Ciertamente que vosotros sois el pueblo; y con vosotros morirá la sabiduría.
3 También tengo yo seso como vosotros; no soy yo menos que vosotros; ¿y quién habrá que no pueda decir otro tanto?
4 El que invoca a Dios, y él le responde, es burlado de su amigo; y el justo y perfecto es escarnecido.
5 La antorcha es tenida en poco en el pensamiento del próspero; la cual se aparejó contra las caídas de los pies.
6 Las tiendas de los ladrones están en paz; y los que provocan a Dios, y los que traen dioses en sus manos viven seguros.
7 Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, que ellas te enseñarán; y a las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán;
8 o habla a la tierra, que ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también.
9 ¿Qué cosa de todas éstas no entiende que la mano del SEÑOR la hizo?
10 En su mano está el alma de todo viviente, y el espíritu de toda carne humana.
11 Ciertamente el oído prueba las palabras, y el paladar gusta las viandas.
12 En los viejos está la ciencia, y en la larga edad la inteligencia.
13 Con Dios está la sabiduría y la fortaleza; suyo es el consejo y la inteligencia.
14 He aquí, él derribará, y no será edificado; encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.
15 He aquí, él detendrá las aguas, y se secarán; él las enviará, y destruirán la tierra.
16 Con él está la fortaleza y la existencia; suyo es el que yerra, y el que hace errar.
17 El hace andar a los consejeros desnudos de consejo, y hace enloquecer a los jueces.
18 El suelta la atadura de los tiranos, y les ata el cinto a sus lomos.
19 El lleva despojados a los príncipes, y trastorna a los valientes.
20 El impide el labio a los que dicen verdad, y quita a los ancianos el consejo.
21 El derrama menosprecio sobre los príncipes, y enflaquece la fuerza de los esforzados.
22 El descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a luz la sombra de muerte.
23 El multiplica los gentiles, y él las destruye; esparce los gentiles, y las torna a recoger.
24 El quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra, y les hace que se pierdan vagando sin camino;
25 que palpen las tinieblas, y no la luz; y los hace errar como borrachos.
Job, CAPÍTULO 13
1 He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos.
2 Como vosotros lo sabéis, lo sé yo; no soy menos que vosotros.
3 Mas yo hablaría con el Todopoderoso, y querría disputar con Dios.
4 Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos.
5 Ojalá callarais del todo, porque os fuera en lugar de sabiduría.
6 Oíd, pues, ahora mi disputa, y estad atentos a los argumentos de mis labios.
7 ¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por él engaño?
8 ¿Habéis vosotros de hacerle honra? ¿Habéis de pleitear vosotros por Dios?
9 ¿Sería bueno que él os escudriñase? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?
10 El os redargüirá duramente, si en lo secreto le hicieses tal honra.
11 De cierto su alteza os había de espantar, y su pavor había de caer sobre vosotros.
12 Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo.
13 Escuchadme, y hablaré yo, y que me venga después lo que viniere.
14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi palma?
15 He aquí, aunque me matare, en él esperaré; pero defenderé delante de él mis caminos.
16 Y él mismo me será salud, porque no entrará en su presencia el impío.
17 Oíd con atención mi razón, y mi denuncia con vuestros oídos.
18 He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, sé que seré justificado.
19 ¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría.
20 A lo menos dos cosas no hagas conmigo; y entonces no me esconderé de tu rostro:
21 Aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror.
22 Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú.
23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi prevaricación y mi pecado.
24 ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo?
25 ¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una arista seca has de perseguir?
26 ¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de los pecados de mi juventud?
27 Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, imprimiéndolo a las raíces de mis pies.
28 Siendo el hombre como carcoma que se va gastando, como vestido que se come de polilla.
Job, CAPÍTULO 14
1 El hombre nacido de mujer, corto de días, y harto de sinsabores;
2 que sale como una flor y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece.
3 ¿Y sobre éste abres tus ojos, y me traes a juicio contigo?
4 ¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie.
5 Si sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti; tú le pusiste términos, de los cuales no pasará.
6 Si tú lo dejares, él dejará de ser; entre tanto deseará, como el jornalero, su día.
7 Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñecerá aún, y sus renuevos no faltarán.
8 Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo,
9 al olor del agua reverdecerá, y hará copa como nueva planta.
10 Mas cuando el hombre morirá, y será cortado; y perecerá el hombre, ¿adónde estará él?
11 Las aguas del mar se fueron, y se agotó el río, se secó.
12 Así el hombre yace, y no se tornará a levantar; hasta que no haya cielo no despertarán, ni recordarán de su sueño.
13 ¡Oh quién me diera que me escondieses en la sepultura, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
14 Si el hombre muriere, ¿por ventura vivirá? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi transformación.
15 Entonces llamarás, y yo te responderé, a la obra de tus manos desearás.
16 Pues ahora me cuentas los pasos, y no das dilación a mi pecado.
17 Tienes sellada en manojo mi prevaricación, y enmiendas a mi iniquidad.
18 Y ciertamente el monte que cae se deshace, y las peñas son traspasadas de su lugar;
19 las piedras son quebrantadas con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra, de tal manera haces perder al hombre la esperanza.
20 Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y lo enviarás.
21 Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá; o serán afligidos, y no entenderá de ellos.
22 Mas mientras su carne estuviere sobre él se dolerá, y su alma se entristecerá en él.
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